Leishmaniosis

LEISHMANIOSIS

            Definición: “Enfermedad parasitaria no contagiosa que afecta fundamentalmente al perro, pero también al hombre, roedores, puercoespín y algunos lagartos.”


            Quizás sea necesario aclarar el término de “no contagiosa”. Con ello queremos decir que un perro parasitado no transmite la enfermedad a otros perros por estar en estrecho contacto, puesto que el parásito no utiliza las vías usuales de contagio (saliva, heces, orina, aire,...), sino que utiliza un hospedador intermediario, un mosquito, para pasar de un perro a otro. Así pues, un perro que padezca leishmaniosis, puede jugar tranquilamente con otros canes sin que ello suponga peligro alguno.

            Es una enfermedad que también puede afectar a las personas y debemos incluirla dentro de las zoonosis, es decir, enfermedades que un animal puede transmitir al hombre. Es una de las principales razones por las que muchos colegas aconsejan el sacrificio sistemático de todo animal infectado. Además, en Medicina Humana, es una enfermedad de Declaración Obligatoria, debiéndose comunicar todos los casos existentes al Departamento de Sanidad. La Leishmaniosis está extendida por todo el mundo, pero debido al tipo de transmisión, es más frecuente en zonas templadas, tropicales y subtropicales. A nivel Europeo se considera endémica de la cuenca mediterránea, siendo mínima su incidencia en el resto de Europa.

            El agente causal de esta enfermedad es un protozoo. Los protozoos son seres vivos algo más complejos que las bacterias y, por tanto, superiores en la escala evolutiva. La mayoría de protozoos son de vida libre, pero algunos se especializaron en el parasitismo y necesitan a otros seres vivos para reproducirse, alimentarse... El protozoo productor de la Leishmaniosis es Leishmania infantum. El mosquito que utiliza como vehículo, pertenece al género Phlebotomus. Es un insecto no vinvulado al agua, que anida en grietas, madrigueras y orificios de muros, paredes... lugares con una humedad relativa elevada. Su radio de acción es de unos cinco kilómetros y muestra mayor actividad al amanecer y al anochecer. Los machos se alimentan de jugos frutales y néctares y son las hembras las que son hematófagas, necesitando sangre de mamíferos para madurar sexualmente. A la hora de alimentarse, prefiere al perro antes que al hombre, pero evidentemente pueden llegar a picarnos. Al lugar de la picadura acuden a través de la sangre, células del sistema de defensa del animal: “glóbulos blancos”. Es entonces cuando Leishmania parasita estas células de forma definitiva y especialmente a una de ellas: el macrófago. Los macrófagos tienen como misión fagocitar, es decir, “comerse” literalmente, todo ser o sustancia extraña que penetre dentro del organismo. Una vez dentro del macrófago, no sólo escapa a sus mecanismos de eliminación, sino que además utiliza sus sistemas de alimentación y multiplicación para reproducirse. Cuando su número es demasiado elevado, rompen la célula y salen de nuevo a circulación sanguínea, donde cada una de ellas, busca un nuevo macrófago en el que volver a repetir el ciclo. Este proceso se repite indefinidamente hasta que el animal se queda sin defensas y comienza a presentar síntomas clínicos.

             Podemos establecer una similitud entre la Leishmaniosis y el SIDA humano: ambas enfermedades basan su patogenia en dejar al animal/hombre sin defensas. Debido a ello, el paciente siempre muere como consecuencia de alteraciones secundarias que no se producen en un animal sano. En éste, su sistema inmunológico es capaz de responder a las agresiones externas e internas y defenderse de ellas. Pero en un animal inmunodeprimido, una simple bacteria intestinal, por ejemplo, se reproduce sin control y acaba alterando el sistema digestivo, provocando diarreas de difícil resolución.

            Las células del sistema inmunológico se encuentran repartidas por todos los órganos y tejidos del organismo y, debido a ello, los síntomas asociados a la Leishmania son muy numerosos y muy variables, dependiendo del grado de infestación, del estado inmunitario del hospedador, del tiempo de evolución y de los órganos afectados. En medicina veterinaria llamamos a esta enfermedad “el gran imitador”, porque dependiendo del sistema que este parásito decida afectar, las manifestaciones clínicas que veremos, se parecerán a un gran número de enfermedades. Vamos a nombrar brevemente todos los síntomas descritos en la bibliografía compatibles con la Leishmaniosis, pero ante todo, deben tener presente que nunca se dan todos a la vez en el mismo animal, que es posible que sólo aparezca uno de ellos y que ,a veces, pueden existir animales asintomáticos pero portadores de la enfermedad, en estado latente o en estado de resistencia.

    Síntomas de la Leishmaniosis:
            - pérdida de peso sin pérdida de apetito, mal aspecto general
            - adenopatía generalizada (inflamación y alteración de los órganos del sistema inmune: médula ósea, ganglios linfáticos y bazo, con la consiguiente disminución de las defensas del animal)
            - alteraciones sanguíneas derivadas de la adenopatía generalizada: anemia, disminución de las células de defensa sanguíneas (“glóbulos blancos”), trombosis
            - inflamación de órganos internos: hígado, bazo, riñones
            - lesiones cutáneas: infecciones de piel recidivantes y de difícil resolución, heridas en trufa, almohadillas plantares, codos, salientes óseos, caida del pelo en estos lugares y alrededor de ojos, en punta de orejas y labios
            - epistaxis (hemorragias nasales )
            - lesiones oculares: lagrimeo, conjuntivitis, ceguera
            - alteraciones renales: insuficiencia renal de variable gravedad. El animal no puede eliminar los tóxicos de la sangre y se acumulan provocando alteraciones graves, sobre todo en el sistema nervioso (coma y muerte en casos terminales)
            - cojeras: por afectación de articulaciones y del sistema nervioso
            - transtornos gastrointestinales: vómitos, diarreas
            - insuficiencia hepática
            - transtornos del equilibrio, neuropatías: por alteración del sistema nervioso central y periférico   

                Como podeis suponer, el diagnóstico de esta enfermedad no puede hacerse en base a los síntomas clínicos, puesto que éstos son numerosos y poco específicos, pudiendo aparecer en numerosas patologías además de en Leishmania. Ante la sospecha de Leishmaniosis, es necesario relizar pruebas complementarias. Una de las más sencillas y económicas, es la punción de médula ósea o de ganglio y posterior citología. Mediante un análisis de sangre intentaremos confirmar el diagnóstico y sabremos en qué grado Leishmania ha afectado a las defensas del animal y así, valorar la respuesta de éste. El diagnóstico se hace en base a los resultados de un proteinograma y de una PCR sanguínea, que actualmente es la prueba con mayor sensibilidad reconocida para detectar esta enfermedad. Suele ser definitivo en la mayoría de casos.

            Pasemos ahora a hablar del tratamiento. Pese a que la medicina veterinaria conoce de la existencia de la Leishmaniosis desde hace varias décadas, desgraciadamente no puede vanagloriarse de haber encontrado un tratamiento efectivo todavía, ya sea terapeútico o profiláctivo (vacuna). Existen numerosas pautas de tratamiento, con varios principios activos y, cuando esto ocurre en medicina, sólo significa una cosa: ninguno es totalmente efectivo. Las pautas de tratamiento dependen muchas veces de la experiencia práctica del clínico, pero hemos de decir que en la actualidad se reconocen como principales agentes terapeúticos tres medicamentos, de uso variado:

            Milteforan®: su vía de administración es oral
            Glucantime® : su vía de administración es la inyectable
            Zyloric® : comprimidos de administración oral

            El tratamiento será largo y es frecuente que sea necesario alargarlo durante toda la vida del animal. No es efectivo al 100 % y no conseguimos eliminar la Leishmania de forma definitiva. A veces se producen recidivas y se hace indispensable un control periódico cada cierto tiempo (analítica sanguínea) durante el resto de vida del animal. Debido a todo esto y a que la Leishmaniosis es una enfermedad contagiosa para el hombre, muchos propietarios deciden eutanasiar al animal.

            En nuestra opinión, la eutanasia NO siempre es la mejor opción. Es cierto que estamos hablando de una enfermedad contagiosa para el hombre, pero su vía de contagio hace que sea una enfermedad poco frecuente en medicina humana. A esto hemos de añadir que los tratamientos son mucho más efectivos, consiguiéndose una recuperación y eliminación total, en un alto porcentaje de casos.

            El tratamiento en veterinaria no es tan efectivo y hemos de tener bien claros los objetivos cuando decidamos tratar a nuestro animal: buscaremos eliminar la sintomatología clínica mejorando su calidad de vida. Alargaremos su esperanza de vida, aunque no llegaremos a eliminar totalmente la Leishmania. En el mejor de los casos, conseguiremos que su organismo se “acostumbre” a Leishmania y la controle en suficiente grado como para no tener recaidas. Intentaremos que los controles sanguíneos se alarguen al máximo (uno cada seis meses será el objetivo). Los tratamientos también se irán espaciando en el tiempo hasta conseguir que sean los mínimos posibles, siempre en función de los resultados de los controles.

            La eliminación sistemática de todos los animales portadores,  es un método difícil de aplicar en el  sector de los animales de compañía, por razones obvias para nosotros,  y además, no es una buena manera de llegar a conocer una enfermedad. Debemos seguir estudiando la Leishmaniosis, buscando pautas de tratamiento cada vez más efectivas. Sólo así hemos conseguido avanzar en otras muchas enfermedades y sólo así, algún día, podremos decir al propietario de un perro, que no es necesario eutanasiar a su animal y que podemos recuperarlo totalmente. De todas formas, repetimos que al tratarse de una zoonosis, la decisión de sacrificar al animal infectado, debe tomarla en última instancia el propietario.